El vidrío desde casi el comienzo de los tiempos ha sido empleado por el hombre. Los egipcios y los fenicios fueron los primeros en trabajarlo, elaborarlo y comercializarlo. Pero no fue hasta la edad media en Venecia cuando tuvo su primer gran impulso. Desde aquel día tenemos vídrio en practicamente todas las áreas de nuestras vidas… en casa, en el trabajo, en los coches… Ahora, al ser un elemento tan común en nuestra sociedad, es de vital importancia saber reciclarlo.
A continuación te damos las claves:
- La fabricación de vidrio es una de las más contaminantes. Las materias primas para su fabricación, como la sílice de la arena, se funden a altas temperaturas, provocando una gran emisión de gases tóxicos como el dióxido de azufre, dióxido de carbono y óxidos de nitrógeno.
- Posee una lenta y muy larga desintegración o degradación: se estima que puede llegar a tardar en degradarse hasta 4.000 años.
- El vidrio se recicla en su totalidad y cuando se recicla, no pierde ninguna de sus propiedades. Esto quiere decir que por cada 1 kg de vidrio se obtiene 1 kg de vidrio reciclado.
- Cada kg de vidrio reciclado supone un ahorro de 1,2 kg de materia prima y cada tonelada de vidrio reciclado ahorra 130 kg de combustible (sobre todo fuel).
- El vidrio es frágil y se rompe fácilmente…
En definitiva: el vidrio no es biodegradable y por lo tanto es importante reciclarlo porque como residuo no desaparecerá. Actualmente, el mínimo exigido por la Unión Europea es un 60% de vidrio reciclado. España superó en 2014 el 70%, aunque países como Suecia, Suiza o Bélgica ya superan el 90%. Las tasas son elevadas pero… siguen siendo insuficientes. ¿Por qué?
En las plantas de tratamiento de residuo de vidrio, éste se tritura hasta convertirse en calcín (vidrio seleccionado, limpio y molido). El calcín permite fabricar envases de vidrio exactamente iguales que los originales. Además, el vidrio reciclado exige una menor temperatura de fusión que las materias primas originales (arena, sosa y caliza) y, con ello, en el proceso de fabricación de nuevos envases se consume menos energía. Pero, como hemos visto: el vidrio es frágil y se rompe fácilmente. ¿Qué pasa con el vidrio que no se separa? Que se rompe en minúsculas partículas de vidrio. Cuando las plantas de tratamiento de RSU reciben toneladas y toneladas de residuo mezclado procedente de vertedero, todos aquellos vidrios que se pueden encontrar en ellas porque no han sido convenientemente separados se enfrentan a un gran problema. El residuo pasará por cintas transportadoras, tolvas, separadores, etc., cuyo movimiento, salto, caída, etc., provocará inexorablemente que el número de partículas de residuo se vaya multiplicando en cada fase del tratamiento de la planta. El número de partículas de vidrio en la salida será mucho más elevado que en la entrada porque se habrá multiplicado, reduciendo el valor del subproducto resultado de ese proceso de tratamiento del residuo.
Esta es una razón muy importante. Es fundamental separarlo eficientemente, no sólo para garantizar que conseguimos un subproducto reciclado de calidad con valor comercial, sino también para evitar un alto desgaste en los equipos instalados y poder optimizar el tratamiento de residuo alargando la vida útil de las instalaciones de una planta. Sin olvidar que hay muchas otras razones de peso: el ahorro de materia prima y de combustible, la minimización de la contaminación y la ayuda que supone al medioambiente minimizar los materiales no biodegradables que vertemos.